Artesana dedicada a la textilería, rescatando, aprendiendo y proyectando el arte de tejer en telares tradicionales de 4 estacas, donde se usa la vichuña para apretar el tejido; (la vichuña es un huesito de llama), siguiendo la herencia y sabiduría de su abuela y de su madre, quienes han sido su inspiración y que las vio tejer desde muy pequeña despertando el interés de continuar con la tradición de este arte ; su primera creación fue una bufanda a la edad de 9 años.
El tejido tradicional se ve reflejado en fajas, talegas, chuspas, lliklla, etc., donde los colores, diseños y figuras, aparte de embellecer el trabajo, entregan un mensaje poniendo en valor la cultura.
Siguiendo la tradición de su madre, quiere continuar desarrollándose en este arte; su juventud y energía la motiva a seguir aprendiendo, ya que el arte del tejido aymara, en si mismo es un tesoro lleno de sabiduría y expresiones plasmadas en sus diseños y colores.
Las figuras que se colocan en los tejidos tienen significados, la expresión de un sentimiento, la valoración de los hermanos menores (fauna y flora) , la unión de los pueblos y sentimientos de afecto y de buenos deseos; por ejemplo en las talegas, que son los bolsitos donde se guardan los alimentos, el color café simboliza a nuestra Pachamama, el blanco a nuestras montañas nevadas, el plomo al viento de la zona, solo se utilizan colores naturales; en el caso de las chuspas utilizamos gamas de colores que van desde el más claro al más oscuro, donde el verde representa a nuestra flora y fauna, el rojo a los frutos de la zona, el resto de los colores en todas las tonalidades están presentes en las culebrillas, adorno que representa el cielo que son utilizadas en los carnavales, tanto hombres como mujeres.
A mis 18 años tenía claro que este sería mi trabajo, mi sustento, el que me ha ayudado a salir adelante, mostrando la cultura y el arte de mi pueblo; un arte que muchas veces no es valorado, por el desconocimiento que existe del trabajo detrás de una pieza de tejido, donde comenzamos con el trasquilado, lavado, hilado, torcido y a veces teñidos; para luego comenzar a tejer, creando piezas únicas hechas totalmente a mano; es importante mencionar que antiguamente el hombre aymara tejía fajas y hondas, en telares de cintura o de dos estacas, destacándose por los diseños.
Por falta de oportunidades laborales, muchas y muchos hermanas y hermanos han tenido que abandonar sus tierras, bajando a las quebradas o a la ciudad, perdiéndose parte de nuestra cultura, pero afortunadamente el aprendizaje del arte es personal y nos movemos con esa sabiduría; en mi caso estoy radicada en Pozo Almonte acompañada de la sabiduría de mi madre y de otras hermanas artesanas tejedoras, con las que hemos formado el grupo ACHAUTA para apoyarnos, poner en valor y comercializar nuestros productos.
Sueño con que las mujeres jóvenes aimaras como yo, valoren nuestros tejidos, este arte heredado de nuestras Jach’a Mama, para que no se pierda, ya que es parte de nuestra identidad de nuestra riqueza cultural de un pueblo que a través de los tejidos puede transmitir emisiones, sentimientos, paisajes y mucho afecto.
Orgullosa de ser aymara y artesana, seguiré tejiendo sueños y cultura con los colores y diseños de mi cultura.